Hay una iglesia en Madrid que es
muy famosa porque en ella todos los años se bendicen a los animales el día de
su santo patrono, san Antón o san Antonio Abad. Es sorprendente que un santo eremita Padre del Desierto haya pasado al imaginario popular como un monje amante de los
animales, y no digo que no los amara sino que esta característica no me parece
la más relevante de su persona. No obstante se dice que amansaba a las fieras y que las curaba al bendecirlas. Es más, al santo se le representa junto a un
gorrino que va a su lado como un perrito. En las devociones populares en muchas
ocasiones se producen estas transformaciones. Pero los pintores y grabadores que han contado la vida del santo e incluso en La leyenda dorada se acude especialmente al hecho de las tentaciones diabólicas del eremita en el desierto. Su biógrafo fue san Atanasio que solía visitarlo para recibir consejos.
La explicación en este caso
proviene tal vez de los menesteres a los que se dedicaba la Orden de san Antonio, fundada en 1096, y cuyos monjes solían regentar hospitales para enfermos incurables y de llagas, a los cuales aliviaban
con una grasa o pócima de san Antón que sacaban de la piel del cerdo y para ello
poseían piaras de cerdos que vagaban libres con una campanilla al cuello
(Hidalgo, 1993: 132).
En la Edad Media (siglo XI) las reliquias de san Antonio fueron traídas por unos caballeros desde Bizancio a Francia (Saint Antoine de Viennois). En Internet:
http://data.bnf.fr/13745821/abbaye_de_saint-antoine-de-viennois_saint-antoine-l_abbaye__isere/. Al coincidir este traslado con una epidemia del llamado ignis sacer o fuego sagrado, la enfermedad empezó a relacionarse con san Antonio por las curaciones milagrosas adscritas a las reliquias. Esta orden Antoniana llega a España procedente de Francia a través del Camino de Santiago y el primer convento que fundan es en Castrojeriz, donde hicieron santuario y hospital de peregrinos y curaban de muchas dolencias, pero especialmente del fuego de san Antón, hoy se sabe que esta enfermedad es el ergotismo, debida a un parásito que está en el centeno. Los monjes daban escapularios con la tau e igualmente tocaban a los enfermos con un báculo en forma de tau.
En la Edad Media (siglo XI) las reliquias de san Antonio fueron traídas por unos caballeros desde Bizancio a Francia (Saint Antoine de Viennois). En Internet:
http://data.bnf.fr/13745821/abbaye_de_saint-antoine-de-viennois_saint-antoine-l_abbaye__isere/. Al coincidir este traslado con una epidemia del llamado ignis sacer o fuego sagrado, la enfermedad empezó a relacionarse con san Antonio por las curaciones milagrosas adscritas a las reliquias. Esta orden Antoniana llega a España procedente de Francia a través del Camino de Santiago y el primer convento que fundan es en Castrojeriz, donde hicieron santuario y hospital de peregrinos y curaban de muchas dolencias, pero especialmente del fuego de san Antón, hoy se sabe que esta enfermedad es el ergotismo, debida a un parásito que está en el centeno. Los monjes daban escapularios con la tau e igualmente tocaban a los enfermos con un báculo en forma de tau.
Vitral de la Abadía de san Antonio. Francia. Wikimedia Commons. Foto: Jacques Mossot |
Las antiguas fiestas que se
hacían por san Antón en Madrid, según cuenta Caro Baroja dentro de las fiestas del Carnaval, no se realizaban en este templo
del que hablamos de la calle Hortaleza, porque
en el siglo XVII la fiesta tenía lugar entre la ermita de san Blas (paseo de Atocha) y la de san Antón en el recinto del Buen Retiro en la que los porqueros de Madrid elegían un Rey entre ellos junto a otro rey entre
los animales. Se adornaba a los cerdos con cintas y campanillas y los hacían
correr hasta la puerta de la ermita (san Blas) donde había una artesa con cebo y el
que primero llegara lo hacían rey. Igualmente se elegía un rey, designado a suerte, entre los zagales al que vestían de san Antón con la campanita y el báculo, al cual montado en un burro desaliñado se le conducía hasta la ermita de san Antonio. Se formaba una
escandalosa procesión de mozos de campo sobre burros, tocando cuernos,
porqueros conduciendo seis puercos engalanados, detrás iban los machos de las
piaras con esquilones en el pescuezo montados por zagales. Luego el rey de los
cerdos y el muchacho vestido de san Antón se iban acompañados de un montón de
gente montada en borricos haciendo un ruido tremendo de cencerros, cuernos y
tambores, y al llegar a la ermita indicada sobre un tablado se montaba el zagal
sobre el rey cerdo y se le nombraba rey de los puercos entre un griterío atroz.
Después se organizaba otra vez la procesión que llevaba a la iglesia de san Antón.
Allí los religiosos bendecían la paja y la cebada para los cerdos e imprimían
una cruz a los panes destinados a las gentes, se distribuían los panes y
volvían a la ermita de san Blas donde se hacían hogueras y se hacía banquete y
baile si el tiempo lo permitía hasta bien entrada la noche (Caro Baroja, 1965:
331-334).
Aún hoy se venden los panecillos de san Antón a las puertas de su iglesia de Madrid, cuyas dependencias han sido rehabilitadas por el Colegio de Arquitectos, su templo también luce solidario y hospitalario con los Mensajeros de la Paz.Iglesia de san Antón. Madrid |
Altar e imagen de san Antón de Madrid |
Bibliografía:
En Internet:
http://sanctuaires.coldev.org/index.php?r=cons&sr=cons&id=344
San Antonio Abad en Cataluña: http://www.monestirs.cat/monst/canton.htm
Caro Baroja, J., El Carnaval, Madrid, 1965
Castillo Lucas, A.,"San Antón. Hagiografía folklórico-médica," Douro-Litoral, 1955, 76-88
Echeverría, L y Llorca, B., Año cristiano, vol. 1, Madrid, BAC, 1966
Gozos a san Antonio Abad en Internet recopilados por Josep Maria Viñolas Esteva:
http://algunsgoigs.blogspot.com.es/search/label/Antoni%20abat%20%28sant%29
Hidalgo Monteagudo, R., Iglesias antiguas madrileñas, Madrid, 1993
Velasco Maíllo, H.,"Naturaleza y cultura en los rituales de san Antonio", RDTP, vol. LXIV, nº 1, 2009, 237-276 http://rdtp.revistas.csic.es/index.php/rdtp/article/view/76/77
Vorágine, Santiago de la, La leyenda dorada, I, Madrid, 1982