El culto y la fiesta a la
Inmaculada son muy antiguos se remontan al siglo VIII y provienen de oriente llegando a Europa a través de los bizantinos. La creencia de que María fue libre
de pecado desde el primer instante de su concepción va ganando adeptos a través
del tiempo, pero no toda la Iglesia admitía esta idea sino que siempre hubo varias posturas a favor
o en contra de la doctrina inmaculista, fueron los franciscanos desde el
comienzo sus más firmes defensores en el siglo XIV enfrentándose a los dominicos, posteriormente los
jesuitas se sumaron a esta creencia .
Manuel Trens se pregunta cómo se
representó primitivamente a la Virgen sin pecado original y cómo evolucionó
hasta llegar a la Inmaculada. Nosotros vamos a narrar esquemáticamente el
desenvolvimiento de esta trayectoria.
La iconografía de la Inmaculada
se inspira en la mujer apocalíptica de San Juan: “Una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza…” y sus
primeras representaciones nos llevan a los Beatos en las que observamos a esta
mujer que se enfrenta al dragón infernal con la ayuda de san Miguel, los
elementos de esta iconografía son: el sol, la luna y las estrellas. Pero esta
mujer no es la que directamente influye en la imagen de la Inmaculada porque
las representaciones marianas de la Inmaculada van a evolucionar a partir de
diferentes ideas que se materializarán en diferentes representaciones. En
primer lugar, la Virgen Inmaculada se va a representar de una manera descriptiva y genealógica, y su
mejor ejemplo es al árbol de Jesé, en Internet: http://calarc.blogspot.com.es/2015/04/origenes-del-arbol-de-jese.html. El abad Suger es pionero en la utilización
de este árbol genealógico en los siglos XI-XII, pero ya existía en
miniaturas las genealogías en Biblias y beatos. Algunas catedrales como la de
Toledo, Salamanca o Burgos tienen este árbol en capillas y retablos o en el
coro de la catedral de León. Además del árbol de Jesé existen otras representaciones de la parentela de María que hablan de su condición sin mácula y son: el encuentro de san Joaquín y santa Ana, santa Ana triple, la Virgen niña o la leyenda del unicornio.
Medalla de la Inmaculada. Leyenda reverso: GUARDIA DE HONOR DE MARÍA EN S. ESTEBAN DE VALENCIA |
La Virgen Tota pulchra es el
siguiente paso que vamos a considerar en la representación de la Inmaculada, en él se dejan de representar
los personajes históricos, así como las fábulas y leyendas, apareciendo en su
lugar la Virgen sola rodeada de inscripciones, emblemas y alegorías. Los
antecedentes de esta iconografía son las mariologías, bien en composiciones literarias
o plásticas. Los temas de estas mariologías son: 1º Tipos del Antiguo
Testamento. 2º Cuatro símbolos animalistas más corrientes. 3º Fábulas. Un ejemplo importante es el de María
rodeada de emblemas y coronada por la Trinidad de Juan de Juanes, pintura del
Colegio del Sagrado Corazón de Jesús de Valencia. Aunque los títulos de honor que le
atribuyen a María son obra de sor Isabel de Villena, la visión la tuvo Martín Alberro, y será Juan de Juanes el que traslade a
la pintura la imagen ideal de esta Inmaculada.
Donación de Plácido Arango. Museo del Prado. Zurbarán |
También la escultura se verá
teñida de estas imágenes de María más abstractas, los emblemas de María se
representarán en el retablo del altar mayor de la iglesia de Medina-Sidonia de
Cádiz o en el tímpano del portal mayor de la catedral de Palma. Los grabados
por otro lado muestran tanto la letanía gráfica como el dragón apocalíptico o
la Virgen en actitud belicosa clavando la lanza al dragón.
Inmaculada Tota pulchra en la tienda del convento de san Antonio de Toledo |
Definitiva imagen de la
Inmaculada.-
Mientras los teólogos argumentan
sobre el misterio de la Inmaculada Concepción, la liturgia exterioriza esas
ideas mediante solemnidades y textos litúrgicos y los artistas recogen ese
bagaje plasmando las especulaciones abstractas. María pasa de ser un símbolo a
presentarse en éxtasis, este paso de la Virgen preexistente a la
personificación de la Virgen sin mancilla en éxtasis ocurre a lo largo de la
Edad Moderna. Es a finales del siglo XVI cuando en España se fija el tipo de la
Inmaculada, su formulación teológica se realiza en Trento donde se dice que
María es perpetuamente sine macula. Y cómo se da plasticidad a esta idea
de la mujer preexistente del Apocalipsis anterior a la maternidad divina: es
una virgen sin niño, orante, con las manos juntas sobre el pecho, con aureola
solar, 12 estrellas en la cabeza y la luna a sus pies. España llevará la batuta para conseguir una definición dogmática en Roma de la Inmaculada Concepción de María en los siglos XVII y XVIII, pero no será hasta 1854 que se consiga.
En el siglo XVII la Virgen pierde
su carácter apocalíptico y acentúa su aspecto de nueva Eva. El dragón se
convierte en serpiente. Pedro Fourrier (+1640) apóstol de Lorena distribuye
medallas en las que la serpiente está más debajo de los pies de la Virgen,
estrujando la bola del mundo. Es la imagen que Santa Catalina de Labouré (1830)
vio impresa en la famosa medalla milagrosa.
También hay representaciones
guerreras de la Inmaculada hendiendo la cabeza de la serpiente y otra variante
con su hijo en brazos, siendo él el que mata la sierpe. Pero la imagen que
conservamos en nuestra memoria es la de la Virgen apoteósica y triunfante entre
un torbellino de luz y ángeles que pintó Murillo y que ha llegado hasta
nosotros no solo en su original sino a través de una variedad de copias en estampas y medallas.
Medallas de la Inmaculada: plata y esmalte |
Bibliografía.-
García Mahíques, Rafael, Perfiles iconográficos de la mujer del Apocalipsis como símbolo mariano, Ars longa, 1996-1997, 177-184
Mestre Sanchís, Antonio (dir.), La Iglesia en la España de los siglos XVII y XVIII, Madrid, BAC, 1979
Trens, Manuel, María. Iconografía de la Virgen en el arte español, Madrid, 1946
García Mahíques, Rafael, Perfiles iconográficos de la mujer del Apocalipsis como símbolo mariano, Ars longa, 1996-1997, 177-184
Mestre Sanchís, Antonio (dir.), La Iglesia en la España de los siglos XVII y XVIII, Madrid, BAC, 1979
Trens, Manuel, María. Iconografía de la Virgen en el arte español, Madrid, 1946
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