Cuando la religión cristiana es aceptada en el Imperio romano
los ascetas son los nuevos mártires incruentos que al retirarse del mundo pasan
una vida llena de penalidades buscando a Dios. En la mitad del siglo III el
monacato se extiende por la región del Nilo, Siria, Palestina, Capadocia e
incluso por Hispania y Germania.
Pero es especialmente en el Egipto del siglo IV donde surge este tipo de
santidad relacionada con la huída del mundo para vivir según las Escrituras.
Egipto era un país crisol de culturas y muy helenizado, donde el cristianismo
penetra a través de misioneros de habla griega, y se desarrolla y crece en le
época de Constantino coincidiendo con la edad de oro del monaquismo egipcio.
Aunque se ha considerado que este movimiento de retirada del mundo está
influenciado por el gnosticismo egipcio, en la actualidad se piensa que tiene
más influencias judías y de la Biblia.
En Siria se forman comunidades de hijos e hijas de la alianza
que viven apartados y son célibes, este modelo pasa a Egipto y se empieza a
utilizar la palabra monachos. Existían entonces varios tipos de ascetas:
había unos que abandonaban sus pueblos y se iban a vivir al desierto, estos eran los anacoretas que se retiraban por diferentes motivos, unos religiosos otros no tanto; y también había otro
tipo, el monje que vive en los márgenes de la sociedad.
Estos monjes se caracterizan porque tienen una relación
especial con la Escritura, el cristianismo pasó de la cultura oral a
otra basada en el libro o textos escritos, usando especialmente códices. Existe una relación
entre el uso del códice y la difusión del cristianismo, ya que por su pequeño
tamaño el códice era fácilmente transportable, se usaba en las ceremonias litúrgicas y para leer las
Escrituras. Cuando la Biblia se traduce del griego al copto los monjes pudieron leerla en su
idioma y esto aceleró la cristianización y el monaquismo. Este cristianismo no
solo se escribe sino que es oral, se transmite por medio de la palabra hablada.
Muchos monjes recibieron las Escrituras de forma oral, y en un momento dado las
recibieron en ambas formas. Hay textos orales y textos escritos, los textos
orales se fijan en la mente y en el corazón y los textos escritos se fijan en
un libro.
San Antonio se desenvuelve en este ambiente, pertenece a una
familia acomodada que a la muerte de sus padres decide abandonarlo todo y
dárselo a los pobres para vivir en el desierto. Se trataba de un renunciante
seguramente. Era una manera de acceder a la santidad aunque había otras
fórmulas que llevaban a cabo los filósofos paganos. Para
Peter Brown el gran cambio religioso de la Antigüedad tardía es el hecho de que la santidad cambia de lugar, pasa a ubicarse en ciertos individuos. Y el lugar donde buscan la santidad
los cristianos es en el desierto, el monaquismo suponía un alejamiento de la
sociedad del momento, para vivir en soledad, en silencio y de la Palabra de
Dios. Por medio de la reclusión alcanzaban la libertad para vivir según las
Escrituras. El locus físico de estos monjes era el desierto y su celda, el
lugar donde habitaban. A veces esta huida no era por fortaleza, sino todo lo
contrario para luchar contra las debilidades personales, para limar el
carácter…
Su sistema de aprendizaje se basaba en preguntas y
respuestas, preguntas que nacen en la soledad del desierto, contestadas por los
ancianos. Así hacen con las Escrituras y así componen los llamados Dichos de
los padres del desierto, que son a modo de conversaciones que surgen en la
vida cotidiana del movimiento eremítico en el Bajo Egipto. Las palabras de los
ancianos eran conservadas como una herencia importante que servían para la
vida, se comenzaba pidiendo:”Abba, dime una palabra”, se trata de palabras poderosas
dichas en determinadas circunstancias y cargadas de significado. En principio
se conservan de forma oral y luego pasan a ser escritas. El hacer de los monjes se componía de la synaxis o recitación en común de las Escrituras y la meditación que era una práctica solitaria
de reflexionar en la celda sobre uno o dos versículos de la Escritura.
El precursor del monacato es Orígenes, primer escritor cristiano que expuso la doctrina ascética y la mística de los monjes. Quien dice, no es un lugar donde se ha de buscar el santuario, sino en los hechos. Pero será Antonio el primer gran monje muy afamado por la lucha contra el Demonio, él pasa por diferentes etapas de vida monástica: reclusión en un castillo abandonado, viajes a Alejandría, éxodo al desierto cerca del Mar Rojo. Se dedica a tres funciones: trabajo manual, oración continúa y lectura de la Biblia.
Pacomio es el padre del cenobitismo, de origen pagano servía
para el ejército romano en Egipto. Se hace cristiano y decide llevar vida eremítica
en el desierto de Palamón. Dirige una colonia de anacoretas a los que instruye
en la vida de comunidad auténtica y estable de hermanos y no un conjunto de
solitarios. Da importancia a la recitación común de la Escritura y la plegaria
continúa.
En Siria los primeros padres son Hilario, Efrén, Simeón Estilita; en Palestina, san Sabas se instala cerca de Jerusalén en el desfiladero de Cedrón, pronto tendrá un montón de seguidores por lo que construye la Gran Laura en el 483, escribe una compilación canónica llamada Typikon, que es a su vez calendario, ceremonial y ritual. La tradición monástica pasa a Occidente por medio de Evagrio y Casiano. Evagrio es el creador del misticismo monástico y un autor importante del desierto egipcio. Casiano es el transmisor de las doctrinas de Evagrio, nació en Scytha, actual Rumanía, de familia cristiana que decide ir a Palestina y de allí a Egipto a conocer a los padres del desierto donde reside por veinte años. Después vuelve a Europa y se establece en Marsella hacia el 415 donde funda el famoso monasterio de San Victor, escribe un libro, las Instituciones y más tarde las Colaciones o conferencias, divididas en tres libros que versan sobre las cuestiones de la vida monástica. A través de sus escritos y fundaciones la vida de los padres del desierto pasa a Occidente.
Collationes patrum texto impreso en 1476. Foto BDM |
Bibliografía
Burton-Christie, Douglas, La Palabra en el desierto. La Escritura y la búsqueda de la santidad en el antiguo monaquismo cristiano. Madrid: Siruela, 2007
Masoliver, Alejandro, Historia del monacato cristiano. I. Desde los orígenes hasta san Benito, Madrid: ediciones Encuentro, 1994
Burton-Christie, Douglas, La Palabra en el desierto. La Escritura y la búsqueda de la santidad en el antiguo monaquismo cristiano. Madrid: Siruela, 2007
Masoliver, Alejandro, Historia del monacato cristiano. I. Desde los orígenes hasta san Benito, Madrid: ediciones Encuentro, 1994
No hay comentarios:
Publicar un comentario