Este verano
escuché de lejos esta canción y recordé que me gustaba su ritmo cuando era
joven. Pero no había reparado en la historia que relata. Actualmente la he
escuchado un centenar de veces hasta aprender su letra, esa letra tan precisa
como dice él. Silvio Rodríguez que compuso esta bella canción que tan bien
armoniza las palabras y la música en Ojalá.
Ojalá que las
hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan
Para que no las puedas convertir en cristal
Ojalá que la lluvia deje de ser milagro que baja por tu cuerpo
Ojalá que la Luna pueda salir sin ti
Ojalá que la tierra no te bese los pasos
Se trata de una maga o diosa que domina la naturaleza de las cosas: puede convertir en cristal las hojas que caen por su cuerpo, y la lluvia también forma parte de sus encantos, incluso la luna es dominada por ella. Además, la tierra le besa sus pasos. Porque ordena el cosmos. Metáforas perfectas.
Ojalá se te acabe la mirada constante
La palabra precisa, la sonrisa perfecta
Ojalá pase algo que te borre de pronto
Una luz cegadora, un disparo de nieve
Él hace una imprecación para que estas cosas no ocurran, aunque es ambiguo ese deseo. Pero
dice más porque luego va directamente a ella para que se le acabe la palabra
precisa y la sonrisa perfecta, dotándola de un poderío casi sobrenatural en dos
de las características perfectamente humanas, la palabra y la sonrisa. Y luego
esa necesidad de que pase algo inaudito que la borre del planeta: una luz
cegadora, un disparo de nieve. Algo contradictorio porque quiere que elementos
naturales la borren o la escondan de una manera pueril.
Ojalá, por lo menos, que me lleve la muerte
Para no verte tanto, para no verte siempre
En todos los segundos, en todas las visiones
Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones
Y por supuesto no para matarla, sino para que por lo menos él
se muera, como mal menor, que se lo lleve la muerte. Es la explicación de todo,
en ese momento prefiere la muerte, antes de que puedan pasar esas cosas, que
ojalá... Porque quiere dejar de verla en sus visiones en sus sueños, en
sus pensamientos. Pero comprobamos que esa obsesión no desaparece porque
obviamente la toca en canciones.
Ojalá que la aurora no dé gritos que caigan en mi
espalda
Ojalá que tu nombre se le olvide a esa voz
Ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado
Ojalá que el deseo se vaya tras de ti
A tu viejo gobierno de difuntos y flores
La aurora es el momento difícil de soportar para el amante,
habla de gritos que caigan en su espalda, soportando ese peso que no aguanta.
Es un esfuerzo titánico ese olvido hasta de su nombre. Tampoco las paredes deben
recordarla. Y especialmente necesita que el deseo desaparezca y se quede allí
extrañamente entre difuntos y flores.
Ojalá se te acabe la mirada constante
La palabra precisa, la sonrisa perfecta
Ojalá pase algo que te borre de pronto
Una luz cegadora, un disparo de nieve
Ojalá, por lo menos, que me lleve la muerte
Para no verte tanto, para no verte siempre
En todos los segundos, en todas las visiones
Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones
Ojalá pase algo que te borre de pronto
Una luz cegadora, un disparo de nieve
Ojalá, por lo menos, que me
lleve la muerte
Para no verte tanto, para no verte siempre
En todos los segundos, en todas las visiones
Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones
Repite el estribillo imprecatorio, a ver si consigue su vano objetivo. Pobre Silvio, porque se sabe a ciencia cierta que en realidad lo que quiere es todo lo contrario de lo que dice.
Y ahora, escúchenla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario