La espada Lobera es un objeto sumido en la leyenda, la tradición quiere que su valor provenga de haber pertenecido al rey Fernando III el santo, esto es al menos lo que cuenta don Juan Manuel, hijo de infante y nieto de rey, que conocemos por haber sido literato y del que su libro más leído es El Conde Lucanor, narración de ejemplos medievales basada en diversas fuentes y que entronca con la tradición de la cuentística oriental, pero no es en El Conde Lucanor donde JM hace mención de esta singular espada sino en el Libro de las tres razones o Libro de las armas ¿Qué cuenta en este relato JM? Entre otras razones cuenta de dónde viene la herencia de la espada, y de cómo su padre el infante Manuel por ser el hijo menor de san Fernando la recibió cuando este estaba en su lecho de muerte: “Fijo, vos sodes el postremer fijo que yo hube de la reyna donna Beatriz, que fue muy santa et muy buena mugier; et sé que vos amava mucho, otrosí. Pero non vos puedo dar heredad ninguna, mas do vos la mi espada Lobera, que es cosa de muy grant virtud et con que me fizo Dios a mí mucho [bien]; et do vos estas armas que son sennales de alas et de leones.”. (Rosende, 2006: 216)
Si la espada vale tanto o más que otras heredades es
por su propia virtud, la que posee porque se dice que había pertenecido a
Fernán González y que fue retirada de su tumba por el rey Fernando el santo, a
la vez que por haber participado en la conquista de Sevilla con el rey don
Fernando. El rey pide tres gracias para don Manuel:
1ª que estas armas y esta espada siempre venciesen.
2ªque siempre a los de este linaje que trajesen estas
armas los creciese Dios en la su honra y en su estado y nunca los menguase de
ello.
3ª que nunca en este linaje falleciese heredero
legítimo.
Este halo literario conque don Juan Manuel rodea a la
espada identificándola con su linaje es por el que se ha considerado desde
entonces como una pieza con valor de reliquia, no sé si tanto por ser la espada
de un rey santo o porque supuestamente con ella ganó la ciudad de Sevilla, o
por ambas razones a la vez. También hay un testimonio de su uso en la batalla
del río Salado en la que no le hizo gran avío: El
rey y los suyos no pueden pasar el río Salado, entonces este le pidió a don
Joan hijo del infante Manuel que pasara el río con los de la delantera y un
escudero que se decía Garci Jofre Tenorio dijo a Joan que la espada Lobera que
él decía que era de virtud que más debía hacer en aquel día. Pero don Joan no
hizo cosa alguna ese día (Crónica de
Alfonso XI Cap. CCLI, 325-326).
Aunque algunos quieran darle más antigüedad se trata
de un arma del siglo XIII que no era usada para la batalla, ya que de su
factura se deduce que tenía un uso ornamental por lo que posiblemente sirvió
para el túmulo funerario del rey santo, y que por tanto debía ser la espada que
sostenía la imagen sedente del rey (Herráez Martín, 2002:338-339). Esto no es
algo extraño pues la espada ha sido desde antiguo elemento representativo de
rango social.
En esta línea de usos ornamentales y de
representación, según cuentan las crónicas, veremos que es utilizada en
diferentes solemnidades: Fernando de Antequera escribe una carta el 30 de marzo
de 1410 al cabildo de la catedral de Sevilla para que le entreguen la espada de
san Fernando y llevarla a su entrada en el reino de Granada (Itinerario de Fernando de Antequera). Hay constancia
también del ritual de su recibimiento en el campamento de Alhonoz con toda
solemnidad cuando la recibe Fernando (Crónica de Juan II de Castilla,
Cap. II p. 78). Y en la misma crónica, finalmente, la narración
de cómo el infante don Fernando entró en Sevilla. El orden que cuentan es el
siguiente: delante del infante todos los hombres de armas y caballeros, y 17
moros presos en la batalla, un crucifijo y dos pendones de la cruzada y cerca
del infante el adelantado que traía delante de él la espada del rey Fernando
que ganó a Sevilla, etc. El arzobispo y los clérigos le salen a recibir y en el
altar mayor ponen la espada en la mano del rey don Fernando (Crónica de Juan
II, capítulo XLII, 99-100). Nos da a entender que la espada es colocada en la
estatua del rey. Las entradas reales resultaban unas ceremonias muy aparatosas
que por su protocolo nos pueden recordar las procesiones del Corpus en algunas
ciudades. Actualmente la espada Lobera se conserva en la catedral de Sevilla y
sale en procesión el 23 de noviembre día de san Clemente, en recuerdo de la
toma de la ciudad por Fernando III, dándole a la espada el valor testimonial
que le dio hace tantos siglos don Juan Manuel.
La espada es por excelencia símbolo de los caballeros,
porque es el arma que representa a todas las demás y con la que son armados los
que lo son. El valor de la espada hunde sus raíces en la antigüedad en la que
se enterraba a los guerreros con su espada y su escudo, la espada se identifica
con su dueño y en el caso de la llamada espada Lobera se identifica con el
linaje de los Manueles, hijos y hermanos de reyes, con una historia legendaria
que quiere ser más de lo que es.
Bibliografía
“Crónica de Alfonso XI”, en Crónica de los reyes de
Castilla, BAE, CCLI, editada por Cayetano Rosell. Madrid, 1875.
Crónica de Juan II de Castilla, compilada por Fernán Pérez de
Guzmán, Madrid, 1779.
Gaibrois, Mercedes, “Los testamentos inéditos de don Juan Manuel”, Boletín
de la Real Academia de la Historia, 99, 1931, 25-59
Herráez Martín, Mª Isabel, “La espada de Fernando III
el santo”, Laboratorio de arte, 2002, 15, 335-348.
Itinerario de Fernando de Antequera regente de
Castilla y rey de Aragón (1407-1416), editado por Santiago González Sánchez,
Zaragoza, 2013.
Rosende, Marcelo, “Profecía, figura, consumación y providencia en el Libro
de las tres razones de Don Juan Manuel”, Revista de Literatura Medieval,
XVIII (2006), 199-223
En Internet: tienda-medieval.com:
https://www.vicentetoledo.es/sites/default/files/1250_espada_cruz_Lobera.pdf
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