Enlazando con el anterior
artículo del blog continúo con el tema del árbol. Para rectificar o aclarar un
punto sobre el origen de la iconografía del árbol de Jesé cuyo
primer autor no fue Suger exactamente, pues desde el siglo XI se había usado
este modelo iconográfico y hay que recordar que la vidriera de saint Denis es
de 1114. Vamos a tratar dos puntos: 1) por un lado ese uso anterior a Suger en
el mundo cristiano occidental y 2) por otro constatar que la iconografía del
árbol de Jesé no es una creación original de la cristiandad sino que parece
provenir de imágenes muy anteriores del arte extremo-oriental: “La disposición
original con el árbol que nace de su costado, tal como se afianzó en los siglos
XI-XII, tiene un sorprendente parecido con la escena en la que vemos a Brahma
sentado sobre una flor de loto que sale del vientre de Visnú, quien se
encuentra tendido sobre una serpiente”. Y después del siglo VI se representa el tema en Birmania y Camboya (Baltrusaitis, 1983: 200-201).
El mundo antiguo: Grecia,
Roma y las rutas caravaneras
Para entender la
recreación en Europa de una iconografía de origen tan lejano tenemos que hacer
un pequeño repaso para conocer lo que se conocía y escribía sobre el oriente lejano desde
épocas muy antiguas. Porque las relaciones entre Oriente y Occidente nacieron
en la Antigüedad y desde entonces el mundo occidental ha tenido una idea de
cómo era ese mundo al que se rodeaba de un halo de misterio y de fantasía. La
concepción literaria sobre la India nace en Grecia: el primero en escribir
sobre India es Herodoto quien da una somera idea de aquellas tierras, más tarde Ctesias como médico real en la corte de
Artajerjes de Persia elabora la idea de que la India es un país de maravillas,
Alejandro Magno invade la India en el 326 a. C. y cambia la concepción que los occidentales tenían del país, se rodea de científicos que escribieron varias obras, así
es el caso de Megástenes que cuenta historias fabulosas, el
tratado de Megástenes sobrevive en Diodoro Sículo, Estrabon, Plinio, etc., y su
rastro dura muchos siglos. Pero las relaciones entre Oriente y Occidente se
dificultan en su ruta por tierra, mientras la ruta por mar al sur de la India
crece y el comercio con los romanos se hacía a través de los árabes
(Wittkower, 2006:71-76).
Las relaciones
comerciales suponen igualmente un importante elemento dinamizador, sirios, griegos
y judíos viajan hacia Oriente Medio y la India. Ciudades como Batné, Antioquia, Palmira, Petra, etc., son eslabones de una cadena que
llevaba hacia la India y más allá. Los griegos llegaron a Asia Central, pero
los sirios y los palmirenses desempeñaron también un papel importante en el
comercio antiguo como caravaneros que iban desde el Mediterráneo al Golfo
Pérsico donde servían de intermediarios de mercancías entre los romanos y los
partos. Aunque el cristianismo no penetra en la India el brahmanismo se
introduce en Occidente en medios cultivados de Roma y Constantinopla (Boulnois,
1964:116), llegan filósofos indios en las embajadas enviadas al emperador y
poco después se conocían los Upaniçad. En los siglos IV y V sirios, griegos o
judíos no llegaron aún a China sino que como Alejandro Magno llegaban a la India .
La Edad Media
La Edad Media es heredera
de estas fábulas que tenían un origen literario y que pervivieron por medio de
autores antiguos como Plinio, Solinus y Marciano Capella, san Isidoro y Rabano
Mauro. Wittkower considera que existió también una vía de transmisión pictórica
en manuscritos ilustrados de estos mismos autores mencionados y en las
ilustraciones de los mapas del mundo o mappa
mundi. Otra manera de transmisión sería los manuscritos iluminados árabes como es el caso
de la Cosmografía de Qazwini. Pero existen más fuentes
de inspiración como el Libro de Alexandre escrito en griego y que fue traducido
en la Edad Media
“Desde aproximadamente el
siglo XII en adelante, las maravillas penetraron en el campo del arte religioso
(Ibid, 85)”. La iconografía románica se impregna de estos monstruos e imágenes
fantásticas como en las iglesias cluniacenses que se inspiran en la tradición,
que acabamos de ver, lo que Wittkower llama tradición geográfico etnológica y
también se inspiran en libros como el Physiologus y en los Bestiarios. Podemos poner el
ejemplo de una ilustración medieval que representa un árbol denominado el árbol Perindex o Peridexion que se dice natural de la
India y que aparece en el Physiologus.
En este hermoso árbol se refugian palomas para salvarse de las dentelladas del
dragón que las espera en el suelo, de ello hacen una lectura alegórica:
Manuscrito 3244 Harley de
la Biblioteca Británica:
Biblioteca de Douai, De
natura animalium ms. 711
Durante el siglo XI y
todo el XII se desarrolla en Occidente la iconografía del árbol de Jesé. Las
primeras representaciones son miniaturas de manuscritos, después pasa a la
pintura mural románica, techumbres de madera y la vidriera gótica, relieves
románicos y en el arte mueble se hacen frontales de altar, sillerías de coro,
tapices, bordados, etc. Existen tres variantes siguiendo a Manzarbeitia: Jesé
solo del que crece un árbol con siete ramas, la vara o virga asociada a la figura de María que
ocupa casi todo el espacio del tronco, forma de árbol genealógico familiar en
el que aparecen familiares y profetas. Antecedentes: candelabro judío de los
siete brazos, el árbol de las Siete Artes de Teodulfo de Orleans,
representaciones genealógicas de los beatos hispánicos. Otros antecedentes son
las representaciones de origen hindú del nacimiento de Brahma, y las del árbol Wak Wak que narran leyendas árabes del siglo X
pero su origen se remonta a textos chinos anteriores, conocidos a través de
relatos de viajeros occidentales (2009:4).
Árbol de Jesé. Siglo XVIII Foto MAN |
Árbol de Jesé en la capilla de santa Ana
Catedral de Burgos. Foto propia
|
Bibliografía
Baltrusaitis, La Edad Media
fantástica, Madrid, 1983
Boulnois, L., La ruta de la
seda, Barcelona, 1963
Manzarbeitia, Santiago, “El árbol de Jesé”, Revista
digital de iconografía digital, vol. I, nº 2, 2009, 1-8. En Internet: https://www.ucm.es/data/cont/media/www/pag-41515/rdim_2.pdf
Montoya Martínez, J. y Dominguez
Rodríguez, A. (coord..), Scriptorium alfonsí: de los libros de astrología a
las Cántigas de Santa María, Madrid, 1999
Wittkower, R., La alegoría y
la migración de los símbolos, Madrid: ediciones Siruela, 2006
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