domingo, 12 de octubre de 2014

EL CULTO A LAS RELIQUIAS DE LOS SANTOS

El cristianismo se caracterizó desde casi sus orígenes por el hecho de dar culto a los primeros mártires y después a otro tipo de personas consideradas santas. Según W. Christian en España la devoción popular estaba centrada en los cuerpos y  reliquias de los santos como san Martín de Tours en Galicia, santa Eulalia en Mérida y san Vicente Mártir en Valencia, Zaragoza y Sevilla. Se dice que el cristianismo popular es materialista más que espiritual, pero creo que no se entiende el profundo significado del culto a las reliquias de los santos.
Origen:- Uno de los mejores estudios sobre el culto a las reliquias es un artículo del Dictionnaire d'archéologie chrétienne et de liturgie escrito por Henri Leclercq, titulado “Reliques et reliquaires” . En principio el término reliquia es tardío, en el siglo IV en África se las designaba bajo nomen o nomina, reliquia era más bien una palabra utilizada por los paganos para quienes significaba el cuerpo o las cenizas del difunto, es a finales del siglo IV que los cristianos de África comienzan a emplear la palabra reliquiae, y este término se encuentra muy a menudo en san Agustín. Uno de los primeros textos en el que se habla del valor de las reliquias es el Martyrium Ignatii hacia el 110 en el que se habla de tesoro inestimable para los fieles, a causa de la gracia residente en el mártir. Se trata de influencias espirituales o baraka del árabe y hebreo. El culto a las reliquias no es libre hasta el edicto de Milán, aunque en las catacumbas podía darse y de hecho se edificaba el altar sobre los cuerpos de los santos el día del aniversario del suplicio o se celebraba el santo sacrificio sobre la tableta del arcosolium que las contenía. En el siglo IV en la cripta de san Hipólito la mensa o mesa, es decir el altar, estaba puesta sobre el cuerpo de san Prudencio.
Panel explicativo de la colocación de las reliquias
en el altar de una iglesia visigoda. Museo d´Historia de Barcelona
Foto Concha Alarcón 

En Oriente acostumbraban hacer traslados de reliquias, era un acontecimiento en Constantinopla, y en Occidente en el siglo III los cristianos comienzan a hacer lo mismo. Cuando no hay traslado tiene lugar la distribución de reliquias u objetos santificados por el contacto con el mártir. La negativa de dar a los fieles los restos de un mártir no impide a la Iglesia conmemorar el aniversario, así se van creando los registros con nombre y aniversarios y se elabora el calendario local marcado por solemnidades. Con la paz de la Iglesia se potencia el culto a los mártires manifestándose en los aniversarios y las tumbas. Se descubren tumbas, a veces por un fenómeno sobrenatural.
De todas las reliquias las más preciadas son las de Cristo: la Pasión, los testimonios mudos de los milagros, etc. En Jerusalén se daban culto a la losa que José de Arimatea había hecho rodar delante del sepulcro, la columna de la flagelación o la piedra situada en lo que se consideraba el centro del mundo sobre la que se lavó el cuerpo de Cristo.
La paz y el triunfo de la Iglesia permitió dar un culto solemne y público  a los huesos de los mártires. Roma era un gran centro de reliquias mientras Constantinopla intentaba conseguir algunas, en muchos casos se trataba de brandeas o algunos huesos. La brandea es un objeto, generalmente tejido, puesto en contacto con la tumba. La recepción de las reliquias era un acontecimiento solemne y festivo. Cuando una iglesia se hacía con una reliquia el obispo de la diócesis la depositaba bajo el altar y consagraba la iglesia.
Criptas.- En casos excepcionales en donde se revelaba la existencia de un cuerpo santo se construía una iglesia y se elevaba allí un altar. En este caso la disposición del altar se complica con la construcción de la tumba: el cuerpo era situado en una cripta subterránea y cerrada, el altar se dispone en la iglesia por encima del sarcófago y se comunica por debajo, a través de un pequeño pozo denominado umbilicus u ombligo, con una cámara dispuesta sobre el suelo de la iglesia. El orificio estaba tapado pero una vez al año se abría y se tomó la costumbre de poner un nicho cercano donde se depositaban telas u objetos destinados a ser distribuidos como reliquias del santo. Este dispositivo del ombligo en la losa subsiste en las basílicas patriarcales de san Pedro y san Pablo. Así se construyó la tumba de san Nicolás en Bari entre 1087 y 1089. San Nicolás fue obispo de Myra en el siglo IV, pero sus restos fueron trasladados a Bari cuando los musulmanes conquistaron Turquia. Este santo tuvo una importante influencia en toda Europa tanto iconográficamente como por su festividad del 6 de diciembre, fecha en que se celebra la fiesta del obispillo.


Relicario de san Nicolás de Bari.
Foto propia
Hasta el siglo IV solo los mártires fueron honrados con culto, a partir de entonces se tiene en cuenta la vida sacrificada de ascetas, obispos y vírgenes. Los prototipos son san Antonio, san Hilarión y san Martín de Tours. Sus cuerpos igualmente, una vez muertos conservan poderes sobrenaturales.
En el siglo VI se colocan las reliquias en el altar al dedicar una basílica o hacer lo propio en altares secundarios. También se ponen reliquias en las murallas, otorgando identidad a la comunidad urbana. Las reliquias se convierten en las intermediarias del culto, los santos y sus reliquias serán los mediadores entre cielo y tierra. Esta necesidad de reliquias y el abuso de su tráfico y uso provocaron que dentro de la iglesia hubiera voces disidentes como Vigilancio.
Cantigas.- Las Cantigas de Santa María en el Medievo son un claro reflejo de la religiosidad de su tiempo, en ellas aparecen prácticas religiosas relacionadas con reliquias. Las reliquias curan enfermedades, sirven en tribunales para juramentos y ayudan a la victoria. Dentro de las reliquias reales están las insignes (cráneo, fémur, tibia), notables (mano, pie), las menores (diente y costilla). Aunque en principio las reliquias se ponen en criptas y nichos de los altares, como hemos comentado. Después se crean cámaras del tesoro (armorium, sacrarium) donde se guardan las reliquias, relicarios y otros objetos necesarios para la celebración del culto. Estos lugares especiales son los que atraen a las gentes en peregrinación hasta ellos, este es el caso de algunos santuarios franceses  citados por Alfonso X: Rocamador, la santa Candela de Arrás, el velo de Chartres o las zapatillas de Santa María de Soissons.

Concilio de Trento y Contrarreforma.- Después del Concilio de Trento las reliquias fueron especialmente reverenciadas y la Compañía de Jesús fue una gran impulsora de su culto en época de Felipe II. Esta reverencia no solo era seguida por el gran público sino que formaba parte de círculos más restringidos y aristocráticos. El colegio de la Cª de Jesús de Segovia hacía regalos de reliquias a nobles y al rey Felipe II. Estos colegios jesuíticos fortalecen el culto a María, los Sacramentos, los santos y las reliquias, fomentaron también el culto haciendo de las capillas relicario conjuntos artísticos y centros devocionales. Francisco de Borja, general de la Compañía, fue un gran defensor del culto a las reliquias.

Armarios de reliquias en el monasterio de El Escorial.
Foto propia

Felipe II hizo de El Escorial un fabuloso relicario de piedra, aumentado por su hijo Felipe III y las donaciones de la Cª de Jesús. En el monasterio de El Escorial se custodian unas 2000 reliquias, recogidas en diferentes partes de Europa y España, están insertas en 487 relicarios y se conservan 375 credenciales. En esta época se desarrolla especialmente el culto a los santos terapeutas y a los protectores de cosechas. Pero también hay algunas voces disidentes, como el padre Mariana que se cuestiona la veracidad de algunas reliquias.

En el Barroco hay una reactivación del culto a las reliquias, sobre todo se adecuan espacios en las grandes catedrales: la obra del ochavo en la catedral de Toledo, capilla de las reliquias en la catedral de Burgos, visita del rey Felipe III a la tumba de san Antolín en Palencia, en la catedral de Santiago capilla del Panteón Real y la adecuación de las reliquias de la Cámara Santa en Oviedo.
En realidad la consideración de las reliquias en la Iglesia ha ido variando a lo largo de los siglos, hemos visto como en su origen se daba culto a los cuerpos santos y eso era el fundamento del culto y del altar, también se reverenciaban los objetos tocados con lo santo, y junto a esas reliquias verdaderas se hizo un culto paralelo a objetos y elementos de dudosa procedencia. Creemos que la idea fundamental en cada momento es lo que se considera santo.
Bibliografía.-
Christian, W. "De los santos a María", en Temas de Antropología, Madrid, 1976
García Oviedo, Cristina, "La Compañía de Jesús como difusora del culto de las reliquias en la corte de Felipe II", El patrimonio inmaterial de la cultura cristiana, San Lorenzo de El Escorial, 2013, 461-472
 Leclercq, Henri, “Reliques et reliquaires” en Dictionnaire d'archéologie chrétienne et de liturgie, vol. 14, París
Martín Ansón, Mª Luisa, "Las reliquias en las Cantigas de Santa María", Espacio, tiempo y forma, serie III, Historia medieval, tomo 24, 2011
Ramallo Asensio, Germán, "Reactivación del culto a las reliquias en el Barroco. La catedral de Oviedo y su Cámara Santa en 1639", Liño. Revista anual de historia del Arte, 2005, nº 11