sábado, 24 de octubre de 2015

EL RETRATO DE SAN IGNACIO

San Ignacio entra dentro de la tipología de santos caballerescos porque pertenecía a la clase de los caballeros y fue además soldado. Probablemente ya durante su vida se le pedía ayuda en las enfermedades graves y en los peligros corporales. De hecho él soportó pacientemente los dolores que le proporcionaron heridas y enfermedades, además trabajó en un hospital. Su proceso de canonización surgió tras la curación de diferentes personas, siendo  venerado no solo por los enfermos en general sino también porque se le invoca en las enfermedades mentales, en la lucha contra las influencias demoníacas,  en el embarazo y por los enfermos con fiebres. Dos remedios populares asociados al santo son el agua (Muñoz, 1956) y el aceite de san Ignacio, para la preparación del agua hay un ritual romano y el aceite usado era el que se recogía de las lámparas que han ardido consagradas a él, por otro lado está el caso de la Ignatia amara  o haba de san Ignacio que proviene de un árbol originario de la India, China y Filipinas y que era usada para la fiebre. 
Imagen de san Ignacio en la fachada del Gesú.
Roma


San Ignacio se caracteriza por su carisma, según García Hernán no estuvo dotado ni física ni intelectualmente, ya que no gozó de buena salud y tampoco fue un estudioso importante, eso sí, sus Ejercicios Espirituales conocieron muchas ediciones y fueron traducidos en muchas lenguas por todo el mundo. Cómo es posible que una persona de estas características creara una Orden religiosa como la Compañía de Jesús. Sus biógrafos hablan de ejemplaridad en todas las facetas de su vida, también hablan de su capacidad de autodefinición y de su capacidad de hacer congeniar lo contemplativo con lo activo. Es alabado por haber encontrado una vía media tanto a nivel religioso como en la vida civil, y tanto en el plano científico como en el antropológico o espiritual. "Era en cierto modo seguir siendo alumbrado y erasmista, a la vez que romano y jerárquico, tuvo el acierto de saber conjugar las dos cosas, de hacer posible un proyecto religioso utilizando la política y de encarnar una opción política sirviéndose de una vida religiosa (García Hernán, 2012, 20).
A pesar de su deseo de no ser representado se consiguió un retrato suyo post mortem a partir de la mascarilla mortuoria, el retrato  fue pintado por Alonso Sánchez Coello, pintor de cámara de Felipe II, representación  que se considera el modelo que todos tomarían de referencia después. Para realizar este retrato Alonso Sánchez utilizó además de la mascarilla la descripción que de él hizo el padre Ribadeneira en la Vida de San Ignacio. Este retrato parece que despareció en la quema de conventos de Madrid de 1931, pero existen grabados procedentes de dibujos de Sánchez Alonso como el conservado en la BNE (noticia conocida por la amabilidad de Francisco Juez) a disposición del público en la Biblioteca Digital Hispánica: http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000032128 . La segunda edición y las siguientes de la vida del santo de Ribadeneira  contienen también un grabado de san Ignacio.
Anverso medalla. San Ignacio

Esta imagen que hemos comentado de san Ignacio es la que se representa en las medallas, la efigie de su rostro consumido por las penalidades y que tal vez por ello es la que la gente conserva, admira y  venera por su humanidad que emana poder carismático y sanador.

Aunque los jesuitas son conocidos por su labor en la educación y su labor misional, cuyo ejemplo señero es Francisco Javier compañero de Ignacio que vemos en la medalla, también se interesaron por descubrir los secretos de la naturaleza o la vida de los santos, temas en relación a los intereses que desarrollamos en este blog sobre hagiografía y otras relativas a magia, saberes ocultos, botánica, mineralogía, etc. Ejemplo de esto son Martín del Río, Hernando Castrillo, Gaspar Schott, Juan Eusebio Nieremberg y Bernard Caesius, entre otros. También son reconocidos los jesuitas por el estudio de la hagiografía a través de los bolandistas y la publicación de las Acta Sanctorum en la que se recopila todos los datos posibles de los santos católicos sometiéndolos a un examen crítico que trata de distinguir lo legendario de lo histórico.  Siempre en esa difícil tesitura entre la verdad y la fantasía, lo real y lo imaginado, lo práctico y lo espiritual.
He visto recientemente que se está promocionando el Camino Ignaciano, que es el que recorrió Ignacio de Loyola en 1522 a pie desde su casa natal en Loiola hasta Manresa y Montserrat cuando sintió la llamada religiosa. Una bonita ruta que busca peregrinos.
Reverso de la medalla san Francisco Javier

Bibliografía
La Bibliotheca mágica, Madrid: Universidad Complutense, 2007
García Hernán, E., "Ignacio de Loyola, el mediador. Dos conferencias de Enrique García Hernán" en Revista de la Fundación Juan March, noviembre 2012, nº 415, 19-20. En Internet: http://recursos.march.es/web/prensa/boletines/pdf/2012/n-415-noviembre-2012.pdf
Muñoz Navarro, Ginés M., El agua de san Ignacio, México, 1956
Ribadeneira, P. de, Obras escogidas de Pedro de Rivadeneira, Madrid: BAE, 1952, vol. LX
Santos sanadores, Barcelona: Ciba Sociedad Anónima de productos Químicos, 1948
En Internet: https://elhistoriadores.wordpress.com/2016/04/27/el-soldado-espanol-ligon-y-mujeriego-que-acabo-fundando-una-orden-religiosa/