lunes, 15 de agosto de 2022

LA ESPADA LOBERA

 

La espada Lobera es un objeto sumido en la leyenda, la tradición quiere que su valor provenga de haber pertenecido al rey Fernando III el santo, esto es al menos lo que cuenta don Juan Manuel, hijo de infante y nieto de rey, que conocemos por haber sido literato y del que su libro más leído es El Conde Lucanor, narración de ejemplos medievales basada en diversas fuentes y que entronca con la tradición de la cuentística oriental, pero no es en El Conde Lucanor donde JM hace mención de esta singular espada sino en el Libro de las tres razones o Libro de las armas ¿Qué cuenta en este relato JM? Entre otras razones cuenta de dónde viene la herencia de la espada, y de cómo su padre el infante Manuel por ser el hijo menor de san Fernando la recibió cuando este estaba en su lecho de muerte: “Fijo, vos sodes el postremer fijo que yo hube de la reyna donna Beatriz, que fue muy santa et muy buena mugier; et sé que vos amava mucho, otrosí. Pero non vos puedo dar heredad ninguna, mas do vos la mi espada Lobera, que es cosa de muy grant virtud et con que me fizo Dios a mí mucho [bien]; et do vos estas armas que son sennales de alas et de leones.”. (Rosende, 2006: 216)

Si la espada vale tanto o más que otras heredades es por su propia virtud, la que posee porque se dice que había pertenecido a Fernán González y que fue retirada de su tumba por el rey Fernando el santo, a la vez que por haber participado en la conquista de Sevilla con el rey don Fernando. El rey pide tres gracias para don Manuel:

1ª que estas armas y esta espada siempre venciesen.

2ªque siempre a los de este linaje que trajesen estas armas los creciese Dios en la su honra y en su estado y nunca los menguase de ello.

3ª que nunca en este linaje falleciese heredero legítimo.

Este halo literario conque don Juan Manuel rodea a la espada identificándola con su linaje es por el que se ha considerado desde entonces como una pieza con valor de reliquia, no sé si tanto por ser la espada de un rey santo o porque supuestamente con ella ganó la ciudad de Sevilla, o por ambas razones a la vez. También hay un testimonio de su uso en la batalla del río Salado en la que no le hizo gran avío: El rey y los suyos no pueden pasar el río Salado, entonces este le pidió a don Joan hijo del infante Manuel que pasara el río con los de la delantera y un escudero que se decía Garci Jofre Tenorio dijo a Joan que la espada Lobera que él decía que era de virtud que más debía hacer en aquel día. Pero don Joan no hizo cosa alguna ese día (Crónica de Alfonso XI Cap. CCLI, 325-326).

Aunque algunos quieran darle más antigüedad se trata de un arma del siglo XIII que no era usada para la batalla, ya que de su factura se deduce que tenía un uso ornamental por lo que posiblemente sirvió para el túmulo funerario del rey santo, y que por tanto debía ser la espada que sostenía la imagen sedente del rey (Herráez Martín, 2002:338-339). Esto no es algo extraño pues la espada ha sido desde antiguo elemento representativo de rango social.

En esta línea de usos ornamentales y de representación, según cuentan las crónicas, veremos que es utilizada en diferentes solemnidades: Fernando de Antequera escribe una carta el 30 de marzo de 1410 al cabildo de la catedral de Sevilla para que le entreguen la espada de san Fernando y llevarla a su entrada en el reino de Granada (Itinerario de Fernando de Antequera). Hay constancia también del ritual de su recibimiento en el campamento de Alhonoz con toda solemnidad cuando la recibe Fernando (Crónica de Juan II de Castilla, Cap. II p. 78). Y en la misma crónica, finalmente, la narración de cómo el infante don Fernando entró en Sevilla. El orden que cuentan es el siguiente: delante del infante todos los hombres de armas y caballeros, y 17 moros presos en la batalla, un crucifijo y dos pendones de la cruzada y cerca del infante el adelantado que traía delante de él la espada del rey Fernando que ganó a Sevilla, etc. El arzobispo y los clérigos le salen a recibir y en el altar mayor ponen la espada en la mano del rey don Fernando (Crónica de Juan II, capítulo XLII, 99-100). Nos da a entender que la espada es colocada en la estatua del rey. Las entradas reales resultaban unas ceremonias muy aparatosas que por su protocolo nos pueden recordar las procesiones del Corpus en algunas ciudades. Actualmente la espada Lobera se conserva en la catedral de Sevilla y sale en procesión el 23 de noviembre día de san Clemente, en recuerdo de la toma de la ciudad por Fernando III, dándole a la espada el valor testimonial que le dio hace tantos siglos don Juan Manuel.

La espada es por excelencia símbolo de los caballeros, porque es el arma que representa a todas las demás y con la que son armados los que lo son. El valor de la espada hunde sus raíces en la antigüedad en la que se enterraba a los guerreros con su espada y su escudo, la espada se identifica con su dueño y en el caso de la llamada espada Lobera se identifica con el linaje de los Manueles, hijos y hermanos de reyes, con una historia legendaria que quiere ser más de lo que es.

Bibliografía

“Crónica de Alfonso XI”, en Crónica de los reyes de Castilla, BAE, CCLI, editada por Cayetano Rosell. Madrid, 1875.

Crónica de Juan II de Castilla, compilada por Fernán Pérez de Guzmán, Madrid, 1779.

Gaibrois, Mercedes, “Los testamentos inéditos de don Juan Manuel”, Boletín de la Real Academia de la Historia, 99, 1931, 25-59

Herráez Martín, Mª Isabel, “La espada de Fernando III el santo”, Laboratorio de arte, 2002, 15, 335-348.

Itinerario de Fernando de Antequera regente de Castilla y rey de Aragón (1407-1416), editado por Santiago González Sánchez, Zaragoza, 2013.

Rosende, Marcelo, “Profecía, figura, consumación y providencia en el Libro de las tres razones de Don Juan Manuel”, Revista de Literatura Medieval, XVIII (2006), 199-223

En Internet: tienda-medieval.com: 

https://www.vicentetoledo.es/sites/default/files/1250_espada_cruz_Lobera.pdf